Se restauró como “bar museo” el “Boliche e’ Ramos” “La Posta” en Victorica.

El boliche ‘e Ramos está en la esquina de las calles 13 y 24 de Victorica y tiene que ver con el crecimiento de Victorica, su cultura y su historia.Fue restaurado por la Municipalidad de Victorica e inaugurado como un lugar turístico y para eventos por la gestión Municipal el 12 de Febrero de 2022 en el Centésimo Cuadragésimo (140) aniversario de Victorica.

Actual Recordatorio de la historicidad del lugar..

Comparto un articulo de Luis Cesanelli Paz brindado por él en su muro de Face:

“La Posta”

Victorica (Pampa Central) 1942
Parada de carreros, troperos y peones de campo.
—El solar de 50 x 50 metros donde se instaló, estaba situado en una manzana al pie del médano, dado que Victorica está rodeada de medanales. Buscando tierra firme para la casa de familia don Valentín decidió construir los cimientos del rancho un metro más abajo del nivel del suelo. Por eso en sus puertas de acceso hay escalones internos para el acceso.
Don Valentín Ramos, era hijo de Valentín nacido el 2-11-1863 en San Francisco (Córdoba), casado con María Ines Avalo, de Merlo (San Luis) el 12 de septiembre de 1910 en Loventuel, fueron testigos don Pedro Cazaux y Petrona de Lucero. El cura italiano Juan Roggerone.conocido como “el cura gaucho” de Victorica, fue quien bendijo el acto, con el oleo sacramental.
Valentín hijo, nació el 20-2-1916, fue bautizado el 30-5-1917 y su padrino fue Ricardo Maldonado un chacarero de las orillas de Victorica.
El año 1942 don Valentín Ramos, que ya había andado leguas y leguas por distintas huellas hacia los cuatro puntos cardinales del noroeste de La Pampa y sur de San Luis, decide formar pareja y establecerse en el pueblo. Es que con la aparición de los camiones que fueron sustituyendo a los carros y los troperos, el trabajo comenzó a mermar. Doña Luisa Torres le ayudó a hacer el barro para levantar el rancho en un cuarto de manzana en la zona donde estaba la sala de Primeros Auxilios, situada “a tres cuadras del pueblo, en una lomita semi-médano fijo, cubierto por olivillo y romerillo”, para el lado de la estación del Ferrocarril, cerca de donde estaba la feria más antigua de Bravo y Castro y Cía.
–En esa casa nació su único hijo, Orlando Valentín Ramos, (el nene), nuestro estimado amigo de la escuela primaria Nº 7, quien fue oficial de la Policía de La Pampa.
Allí se reunían los pocos que quedaron en la vecindad como don Juan Arias, los hermanos Montenegro, Eufracio Bazán, Santiago Correa y otros cuyos nombres han quedado en el anonimato.
Valéntin y doña Luisa brindaron allí, a los parroquianos diarios y a la vecindad, el servicio de una pequeña despensa, comidas y bebidas, diversión al aire libre con una cancha de bochas. El tradicional juego de “El Sapo”, las barajas españolas, el cubillete con dados y la tradicional taba.
Para amenizar la reunión siempre había alguna guitarra. Pero a pocos metros había otros músicos: los hermanos Morán, los hijos de don Claro hombre de campo, uno de ellos tocaba el acordeón tipo “verdulera” y el otro la guitarra. Más allá vivía la familia Sejas, cuyo hijo apodado “Chicho” sabía tocar el acordeón a piano y luego se convirtió en un poeta popular. Ahí cerquita en el barrio vivía también Humberto Mario Dasso, cantor, guitarrero y luego un muy buen artesano de la madera de caldén. Él es el autor de la talla con el nombre que está al frente del local.
A ellos se sumaron Alfredito Gesualdi, quien se convertiría con los años en un poeta y cantautor de muchas obras que integran el cancionero regional pampeano. Pedro Cabal quien integró con Gesualdi el dúo Las Voces del Pueblo, convertido luego en un cantor surero con un repertorio muy bien seleccionado.
También se sumó Eduardo “Lalo” Sosa, otro cantautor con obras dedicadas a los paisanos y al paisaje donde nació y se crió.
—Este espacio de la cultura popular de Victorica ha sido declarado sitio histórico y en el día en que el pueblo arribó a los 140 años se descubrieron placas en el frente, rescatando en una de ellas los nombres de los parroquianos, músicos y poetas que lo supieron frecuentar, al que en ciertas ocasiones arribaban también poetas y músicos de General Pico y Santa Rosa.
80 años de existencia, con la cocina a leña, los braseros, con los candiles primero, después con los faroles hasta que finalmente llegó la luz eléctrica domiciliaria. Con las barras de hielo de la familia Rochereul a quien le adquirían además las bebidas y los tradicionales sifones de soda. Para conservar el hielo allí están como testigos dos pequeñas heladeras de chapa recubiertas de madera. Las mesas y los bancos de madera los fabricó el propio Valéntín, igual que las estanterías.
En una corralera Chicho Sejas ha dejado consignado algunos de los clientes diarios al local, quienes acompañaban con las palmas, los brindis y con las jugosas anécdotas.
La tía Luisa como le decían cariñosamente los clientes y amigos, tenía en el fondo del patio el gallinero, también una huerta muy surtida, el pozo del agua, también un aljibe para juntar el agua de lluvia y bien lejos el excusado.
Ella era la encargada de la administración, la atendí muchas veces en la Municipalidad cuando llegaba a sacar el permiso para tener la habilitación especial para espectáculos nocturnos.
Desde alguna estrella ella y su compañero habrán esbozado una sonrisa de satisfacción al ver que su nuera Norma Viglino y su nieto Osvaldo, han dado el paso exacto para que su esfuerzo se conserve, porque es parte integrante del Victorica en que nacieron y al que vieron crecer cuando llegó el Ferrocarril del Oeste.

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