En su primer semana de gestión va a aumentar jubilaciones, Asignación Universal por Hijo y salarios públicos y privados. Así espera comenzar a “encender la economía”.
También lanzará de inmediato una canasta básica alimentaria de 200 productos a precios rebajados y controlados y una tarjeta alimentaria para dos millones de personas en la que se invertirán 40 mil millones de pesos. Habrá medicamentos gratis para jubilados y para los beneficiarios del plan remediar.
Y una reconfiguración del cuadro tarifario que resultará en que durante seis meses nadie pagará aumentos y muchos se sumarán a la tarifa social. Todas estas medidas de suba de ingresos directos e indirectos deberían resultar en una suba del consumo, la producción y el empleo.
Las cabezas desarrollistas del equipo económico, Matías Kulfas, Cecilia Todesca y Mercedes Marcó del Pont, estarán en la letra fina. El presidente será un administrador muy riguroso: no quiere tener déficit fiscal.
Santiago Cafiero, hombre de diálogo pero muy firme en sus posiciones, estará apoyando la expansión, pero a la vez controlando la disciplina, austeridad y transparencia. La palabra final la tendrá él. Salvo que tercie el presidente.
Llevar adelante el programa expansivo que se detalla en la nota y sostener equilibrio fiscal necesita buena administración e ir a buscar recaudación en los sectores que ganaron estos cuatro años. Ahí se verá la habilidad política y económica del equipo.
Martín Guzmán en Economía significa que el país no se va a hundir en la recesión para pagar la deuda. El flamante ministro piensa que si hiciera eso, de todas maneras, tarde o temprano, el país caería en default. Por eso busca el apoyo del fondo para hacerle una propuesta a los acreedores privados que limpie de pagos los primeros 3 o 4 años para que el país se fortalezca para luego poder pagar.
La sintonía entre Guzmán y Kulfas es fundamental: en el tiempo que consiga el ministro de Economía para pagar, el de Desarrollo tiene que aumentar fuertemente las exportaciones para conseguir los dólares. Si no se logra, pronto volverán las restricciones externas.
Ahí entra a jugar un lugar fundamental el secretario de Energía, Sergio Lanziani. Aún si Argentina consigue aumentar sus ventas externas de productos industriales, sin duda el aumento sustancial vendrá de la energía. Habrá que moverse rápido: inversiones, producción y exportación para lograr que el sector aporte entre 10 y 15 mil millones de dólares dentro de 3 años.
El secretario tiene negociadas inversiones de empresas de Estados Unidos, China, Rusia, Alemania, Corea, México y Arabia Saudita. Alberto le pone muchas fichas al rol del canciller Felipe Solá en estas negociaciones, un hombre que gobernó una provincia grande como un país y lo hizo bien. Además, Felipe es pragmático: no le importa si son de izquierda o de derecha, quiere inversiones.
Con un horizonte sin pagos de deuda y con ingreso de inversiones, aunque sea lento al principio, el tipo de cambio se moverá poco: eso servirá para frenar la inflación. Quizá el problema sea que no se retrase el dólar.
El Gobierno necesita un dólar competitivo para exportar, pero fundamentalmente para cobrarle retenciones al campo sin que los reclamos escalen demasiado. Es decir, si se quieren subir los aranceles un promedio de un 7%, lo mejor es que no salga del bolsillo del productor, sino que sea fruto de un tipo de cambio más alto.
En los papeles es un plan cumplible. La rápida y exitosa re negociación de la deuda es un requisito sin el cual nada de esto funcionaría. De ahí la importancia crucial de los que ocurra en los primeros meses.