Buenas noches a todos.
A poco de comenzar los festejos de Año Nuevo quiero dirigirme a todos los argentinos para extenderles, mi saludo y compartirles un breve mensaje.
Mañana se cumplirán las tres primeras semanas desde que asumimos la conducción de la Nación. Desde el 10 de diciembre hemos diseñado un plan de shock de estabilización, hemos achicado el Estado, hemos implementado una nueva doctrina del orden público y hemos impulsado más de 500 reformas entre otras muchas iniciativas.
A algunos les ha llamado la atención la cantidad y celeridad de las medidas que hemos adoptado, lo cierto es que fueron necesarias para intentar morigerar los efectos de la peor herencia de la historia.
Estos son los primeros pasos para dar vuelta a la página y dejar atrás, de una vez y para siempre, el modelo económico la casta que hunde a los argentinos en la miseria desde hace más de 100 años, el cambio de raíz respecto a este modelo empobrecedor es un compromiso innegociable que asumí con todos los argentinos.
Sin embargo, el problema heredado es demasiado profundo: hablamos de una economía con 15 puntos de déficit consolidado, con una emisión monetaria de 20 puntos del PBI en los últimos cuatro años, con precios pisados artificialmente en energía y transporte por hasta un quinto de su valor real, con un Banco Central sin reservas y con una inflación que las últimas semanas alcanzó el 1,2% diario que anualizado implicaría alrededor del 7.500% anual.
Una herencia que condena a la mitad de los argentinos a la pobreza en particular golpeando a siete de cada 10 de nuestros chicos. Se trata de una situación inicial peor que la del año 2001-2002, que fue la peor crisis de nuestra historia, por lo tanto, estamos frente a una situación de emergencia nacional que requiere que actuemos de forma inmediata y contundente con la mayor cantidad de instrumentos posibles que exceden ampliamente los recursos que hemos utilizado en estas primeras semanas.
Quiero ser claro en esto a menos que hagamos lo necesario, ahora nos dirigimos a una catástrofe económica de una magnitud desconocida para cualquier argentino vivo.
Por eso hemos enviado el Congreso de la Nación un proyecto de ley que bien puede determinar el destino de nuestra patria con la convicción de que se aprobarán en las próximas semanas.
La hemos llamado “Bases y punto de partida para la libertad de los argentinos” en alusión a Juan Bautista Alberdi, el autor intelectual de nuestra primera Constitución. Con sus ideas como faro se llevó adelante el proyecto de país que entre fines del siglo 19 y principios del siglo 20 hizo de la Argentina el país más rico del mundo.
Esta ley brinda al Ejecutivo las facultades necesarias para actuar frente a esta situación de emergencia y evitar la catástrofe económica, además de impulsar reformas profundas en materia comercial, impositiva, productiva, social, de seguridad educativa y en todos los órdenes del gobierno, el espíritu y la ley.
Es volver a hacer un país libre con un Estado limitado que actúa en defensa de la vida, la libertad y la propiedad de los argentinos. Un país donde se respeta el orden público, un país donde la política no se sirve de la ciudadanía sino que está al servicio de ella.
Donde cada uno es libre de trabajar, producir, emplear, comerciar, importar y exportar como considere mejor, no como le dicto un burócrata desde una oficina gubernamental.
¿Quién puede preferir el país devastado de hoy por sobre el país próspero que proponemos nosotros? En pocas semanas cuando llegue la hora de la verdad, los Diputados y Senadores de la Nación se van a encontrar ante dos opciones: podrán rechazar la ley y continuar con el modelo que durante cien años nos ha empobrecido o podrán aprobar la ley para hacer un cambio profundo y abrazar nuevamente las ideas de la libertad.
A lo largo del último año he entablado con los argentinos un código de honor: es mejor decir una verdad incómoda, que una mentira confortable.
Y a pesar de que no se les prometió un camino repleto de rosas, sino uno de esfuerzo y sacrificio, la gran mayoría de los argentinos me correspondieron con su voto.
Debido a las irresponsables decisiones adoptadas por los últimos gobiernos el próximo año será duro para todos nosotros.
Pero la otra certeza que tengo es que si nuestro programa es obstruido por los mismos de siempre, que no quieren que nada cambie, no tendremos los instrumentos para evitar que esta crisis se convierta en una catástrofe social de proporciones bíblicas.
Evitar ese futuro catastrófico al cual nos llevaron depende de todos, depende de nosotros en el gobierno que trabajemos todos los días para proteger a los argentinos como lo venimos haciendo.
Depende de los dirigentes sindicales y sociales que enfrentarán la responsabilidad histórica de elegir entre el bienestar general o la preservación de sus intereses personales.
Depende de los diputados y senadores que van a estar dando el debate en el Congreso y que tendrán que elegir si quieren ser parte de la solución o si quieren seguir siendo parte del problema.
Y también depende de los argentinos de bien que ven que estamos frente a un punto de inflexión de nuestra historia y tienen fe en que como nación vamos a poder salir adelante.
Por eso invito a todos los argentinos de bien, a que le reclamen a sus representantes la aprobación de esta ley, la patria lo necesita.
Si todos los actores políticos sociales, sindicales y empresariales del país comprenden el momento histórico que estamos viviendo y apoya nuestro programa estoy seguro que habrá luz al final del camino en esencia nuestras reformas implicarían niveles de libertad económica que en un lapso de 45 años nos permitiría aspirar a multiplicar por 10 veces nuestro PBI per cápita, alcanzando niveles similares a los de Irlanda que hoy mismo se encuentran 50% por encima del de Estados Unidos.
Para finalizar quiero una vez más desearles a todos los argentinos un feliz año, espero que puedan pasarlo en compañía de su familia y sus seres queridos.
Este puede ser el año en que demos vuelta un siglo de fracasos, este puede ser el año en el que dejemos atrás el modelo colectivista que nos hizo pobres y abracemos nuevamente el modelo de la libertad que nos hizo el país más rico del mundo.
Mi deseo para este nuevo año es que la dirigencia política abandone sus anteojeras ideológicas e intereses personales y esté a la altura circunstancias para poder avanzar rápidamente los cambios que el país necesita.
Por último, que Dios bendiga a los argentinos y que las fuerzas del cielo nos acompañen, muchas gracias.